El anuncio del gobierno de Formosa sobre un incremento salarial del 45% para los trabajadores estatales generó críticas desde la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE). Carlos Villasanti, secretario general del gremio, expresó su disconformidad con la medida y aseguró que “huele a poco” debido a su implementación en tres tramos y a la falta de actualización en ítems esenciales como la ayuda escolar y la asignación familiar por riesgo.
“Por ahí, para los que tienen los sueldos más bajos, el impacto es mayor, pero en general sigue habiendo desigualdades“, sostuvo Villasanti en declaraciones a Algo está pasando. Destacó que el salario mínimo tendrá una suba acumulada de $260.000 en tres etapas, alcanzando los $660.000 en mayo, pero que la pirámide salarial se sigue achatando.
“Hoy un trabajador de categoría 23 con 40 años de antigüedad cobra lo mismo que uno de categoría 19 con solo uno o dos años de servicio. No hay diferencia salarial, salvo en algunos adicionales, lo que desincentiva la carrera administrativa”, explicó. Según Villasanti, esta tendencia genera una nivelación hacia abajo en el escalafón general, con una base cada vez más amplia.
Otro punto que preocupa a ATE es la situación de los jubilados. “Actualmente, la jubilación mínima está en $442.800 y el incremento debería mejorar ese monto, pero seguimos viendo una gran disparidad entre quienes tienen adicionales y quienes no”, advirtió Villasanti.
El dirigente también comparó los salarios provinciales con los nacionales y municipales. “El sueldo del estatal formoseño sigue lejos del nacional, aunque en muchos casos ya se empiezan a emparejar debido a la falta de aumentos en el sector público nacional. En cambio, los municipales son los más perjudicados: los intendentes se adhieren al porcentaje de aumento, pero no al salario mínimo, lo que genera brechas enormes”, explicó.
Según su análisis, un trabajador municipal con un sueldo básico de $100.000 recibe solo $15.000 de aumento con el 15%, una diferencia significativa respecto a otros sectores.
Finalmente, Villasanti alertó sobre la complicada situación económica general y el impacto en el poder adquisitivo de los trabajadores. “Estamos viendo una recesión fenomenal. El consumo de leche, que es lo último que una familia deja de comprar, cayó. Ni hablar de la carne. Hoy, el tomate que consumimos ni siquiera es de producción nacional y cuesta $1.000 el kilo. ¿Cómo hace un productor para vender a ese precio con los costos actuales?”, reflexionó.