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    Análisis

    Gildo Insfran sin la novena reelección: estrategia de candidato único en la capital para concentrar el poder

    El gildismo pretende reconquistar la capital. Eber Solís emerge como pieza clave mientras el fuego amigo consume a Marcelo Sosa y "Petu" Argañaraz. La sucesión ya comenzó y Jofré no es el mimado.
    Algoestápasando24 noviembre, 20255 Mins de lectura
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    Por Fernando López
    Editor Algo está pasando

    El poder, como un organismo vivo, intuye su propia mortalidad. En Formosa, la maquinaria gildista ya huele el aroma de los tiempos que cambian y, como todo imperio que presiente su ocaso, acelera sus movimientos para asegurar la continuidad. Gildo Insfrán no estará en la boleta del 2027 —decisión propia y sentencia judicial mediante— pero su sombra se extiende sobre el tablero político provincial con la determinación de quien sabe que gobernar sin ser gobernador es la máxima expresión del control.

    La estrategia es cristalina: recuperar Formosa capital. El actual intendente Jorge Jofré se ha convertido en un sucesor natural oficialismo pero formas menos brutales, un rival que desde la calle San Martín mira hacia la Casa de Gobierno.

    La “interna fría” entre San Martín y Belgrano ya no es tan fría y un ejemplo lo relata: el gobierno provincial sigue regando con subsidios el transporte del interior, pero cerró el grifo para la ciudad. Cuando Jofré presentó los flamantes colectivos de “Fermoza”, Insfrán se subió primero. Un gesto que vale más que mil palabras: “Esto también es mío”.

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    El gildismo no tolera la dispersión del poder. La receta que lo mantuvo tres décadas en el control provincial es simple: candidato único en la capital, internas salvajes en el interior. Mientras los pueblos del interior se devoran entre sí en batallas locales que nunca amenazan el centro, la ciudad debe permanecer bajo control férreo. Sin capital, no hay estructura. Sin estructura, el “modelo formoseño” se desmorona como castillo de naipes.

    Con tres mandatos en su haber, Eber Solís no puede aspirar a la gobernación. La Constitución lo expulsa de la carrera grande, pero lo posiciona como candidato natural para la intendencia. Es el plan B perfecto: un hombre del riñón gildista, probado en las trincheras del poder, que aparente contrarrestar a Jofré y evitar que la capital se convierta en plataforma de lanzamiento de un outsider.

    Mientras tanto, en las sombras se teje el nombre de Yanina Insfrán como sucesora natural en la gobernación. “Gildo sabe de qué se trata”, susurran los dirigentes que vivieron la metamorfosis del jogismo al gildismo. La memoria política en Formosa tiene buena retentiva: las traiciones se pagan caras, y la sangre siempre es más espesa que el agua.

    Pero toda construcción hegemónica genera sus propios monstruos. El concejal Marcelo Sosa ya salió a cazar, montó oficinas y reparte dinero en eventos con la billetera del ministro de Economía, Jorge Ibáñez. Su ambición de ser “el candidato” para la ciudad lo llevó a encender el fuego amigo contra sus antiguos compañeros de fórmula.

    La concejal María “Petu” Argañaraz y el administrador del IPV, Marcelo Ugelli, ahora en Compromiso Formoseño, se convirtieron en sus blancos. La estrategia es quirúrgica y brutal: páginas de Facebook truchas, financiadas con sueldos de la Subsecretaría de Comunicación que responde a Antonio Ferreira y delivery de sobres, difaman y desprestigian a quienes ayer fueron socios necesarios.

    Aquella alianza Petu-Sosa fue un matrimonio por conveniencia —dos bancas en juego— nunca un amor político. Ahora el divorcio se consume en operaciones de prensa y golpes bajos. Desde el mismo lugar lo sufre Jofré y su pareja Paula Cattaneo, de Acción Social, y posible candidata en el 2027.

    El silencio de la cúpula gildista es elocuente. Al no frenar estas acciones, las convalida. Sosa juega con llave doble: saca del medio a “Petu” en la carrera por la intendencia y, de paso, puede capitalizar la eventual salida de Ugelli del IPV, con una fija dando vueltas: Blanca Denis finaliza su mandato el 10 de diciembre. Todo con la misma chequera de Ibañez.

    El perfume de la sucesión

    “Hay incertidumbre”, admiten los referentes. En los pasillos del poder formoseño ya se huele ese perfume inconfundible: el aroma de la sucesión. Los de abajo comienzan a dar codazos, a medir fuerzas, a tantear terrenos. La resolución del procurador, Eduardo Casal, sobre la competencia de la Corte Suprema para intervenir en la cláusula transitoria 4 de la nueva Constitución fue otro clavo en el ataúd de un Insfrán candidato. Ya no es especulación: es certeza constitucional.

    La Corte Suprema resolverá si Gildo Insfrán puede postularse para un noveno mandato en 2027

    El recorrido hasta 2027 es largo, pero el partido ya comenzó. Insfrán sabe que debe evitar la inestabilidad en la militancia, que no puede permitir movimientos internos que limen su concentración de poder. Su objetivo es gobernar desde el banco de suplentes, sin tocar la pelota pero decidiendo quién juega, cuándo y dónde.

    Eduardo Casal, Procurador

    Formosa entra en una zona desconocida: un gildismo sin Gildo en el centro de la escena. La batalla por la capital no es solo municipal, es existencial. Quien controle la ciudad controlará la estructura, y quien controle la estructura puede desestabilizar —o sostener— el modelo que lleva décadas enquistado en el poder.

    El 2027 se perfila como el fin de una era, pero el gildismo sabe que los imperios no mueren, se transforman. La pregunta que flota en el aire formoseño no es si Insfrán dejará el poder, sino cómo lo hará. Y sobre todo, quién será capaz de sostener el peso de una herencia tan abrumadora como concentrada.

    Mientras tanto, el reloj avanza. Los codazos se multiplican. Y Formosa, esa provincia acostumbrada a certezas verticales, comienza a experimentar algo inusual: la duda sobre el mañana. El ocaso de un reinado siempre es violento, incluso cuando se ejecuta con la frialdad quirúrgica del poder calculado.

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