La Argentina tiene hoy 554.600 empresas formales activas, una caída del 9% respecto del pico alcanzado en 2013. En ese contexto de retroceso general, un dato llama particularmente la atención: Formosa es la provincia con menor cantidad de empresas por habitante de todo el país.
Según un informe de la fundación Fundar, la provincia registra una densidad empresarial de solo 4,5 empresas cada 1.000 habitantes, muy por debajo de la media nacional. En contraste, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires lidera con 43,1 empresas por cada mil habitantes, casi diez veces más que Formosa. Este indicador es clave para entender las desigualdades en el desarrollo económico regional.

Si bien la cantidad absoluta de empresas suele estar asociada a la población, la densidad empresarial permite medir la oferta real de empleo formal y la vitalidad del sector privado en cada jurisdicción. En Formosa, este escaso entramado productivo convive con altos niveles de pobreza estructural, necesidades básicas insatisfechas (NBI) y una fuerte dependencia del empleo público.
El informe de Fundar destaca que las provincias del Norte Grande —Formosa, Santiago del Estero, Jujuy, Chaco— se ubican sistemáticamente en los últimos lugares del ranking. En casi todas ellas hay menos de 10 empresas cada 1.000 habitantes, lo que refleja una economía local con baja capacidad para generar riqueza, atraer inversiones y ofrecer alternativas laborales fuera del Estado.

La historia reciente también muestra cómo el contexto macroeconómico afectó la evolución del tejido empresarial argentino. Luego de un fuerte crecimiento entre 2002 y 2011 —cuando se sumaron más de 230.000 empresas en todo el país—, la tendencia cambió. Desde 2018, y con la profundización de la crisis en 2024, más de 65.000 firmas cerraron sus puertas, consolidando un escenario de estancamiento.
En este marco, Formosa aparece como uno de los casos más preocupantes. A pesar de tener una población superior a otras provincias, como La Pampa o Tierra del Fuego, tiene muchas menos empresas activas. El modelo económico local, centrado en el gasto público y la falta de incentivos a la inversión privada, termina por desalentar el desarrollo de nuevas unidades productivas.
A la falta de densidad empresarial se suma la concentración geográfica: cuatro jurisdicciones —Buenos Aires, CABA, Córdoba y Santa Fe— concentran el 72% del total de empresas. Esta asimetría, advierte el informe, profundiza las brechas de desarrollo y limita las posibilidades de crecimiento inclusivo en regiones rezagadas como el NEA.
Los datos son contundentes: donde hay más empresas, hay menos pobreza estructural. Las provincias con mayor densidad empresarial son también las que presentan menores niveles de NBI. CABA, Santa Fe y La Pampa, por ejemplo, tienen menos del 5% de hogares con necesidades básicas insatisfechas, frente al 20% o más que se observa en muchas provincias del norte argentino.
El desafío para Formosa, en este contexto, no es solo recuperar la cantidad de empresas perdidas por la crisis, sino generar condiciones reales para que el sector privado pueda crecer, diversificarse y ofrecer empleos de calidad. Sin un entramado empresarial sólido, cualquier intento de desarrollo sustentable parece condenado al fracaso.