Si la política argentina se resumiera hoy como una grieta entre Cristina Kirchner y Javier Milei, el Presidente dominaría el escenario en casi todo el país. Sin embargo, según un relevamiento de CB Consultora Opinón Pública, la exmandataria conserva ventaja en dos provincias: Santiago del Estero y Formosa. En este último distrito, el kirchnerismo mantiene su base de apoyo, aunque con una diferencia mínima.
El estudio, realizado entre el 1 y el 4 de marzo con entre 629 y 898 encuestas por provincia, revela un panorama abrumadoramente favorable a Milei. El libertario supera el 50% de imagen positiva en 16 de las 24 provincias y sólo en cinco tiene más rechazo que apoyo. Kirchner, en cambio, cuenta con mayor aceptación que rechazo en solo dos provincias, mientras que en el resto predomina la percepción negativa.

En Formosa, la expresidenta obtiene un 47,8% de imagen positiva contra un 47,3% de negativa, logrando así un saldo apenas favorable. Milei, por su parte, alcanza un 44,2% de imagen positiva y un 52% de negativa. Este resultado, aunque ajustado, ratifica la persistencia de un electorado leal a Kirchner en un territorio gobernado por el peronismo desde hace décadas.
El otro refugio del kirchnerismo es Santiago del Estero, donde Kirchner mantiene un 58,3% de imagen positiva frente al 33,7% de Milei. Sin embargo, la relevancia de estos bastiones es relativa en el escenario nacional, ya que ambos distritos representan una porción menor del padrón electoral.
En contraste, Milei se impone en la mayoría de las provincias y exhibe una diferencia contundente en distritos clave como Córdoba y Mendoza, donde su imagen positiva supera el 60% y la de Kirchner ronda apenas el 20%. Incluso en la provincia de Buenos Aires, históricamente un bastión peronista, el libertario supera a la exmandataria: 46,4% de imagen positiva contra 41,5%, aunque ambos presentan saldo negativo en la comparación final.
Estos resultados reflejan la consolidación del liderazgo de Milei a nivel nacional, aunque también subrayan la capacidad de resistencia del kirchnerismo en ciertos enclaves tradicionales.
La pregunta que queda abierta es si esta base de apoyo residual podrá sostenerse frente al avance del nuevo oficialismo o si se trata de un último reducto en retirada.