El transporte público en Argentina se ha convertido en una postal de la desigualdad federal. En Formosa, el valor del pasaje mínimo de colectivo alcanzó los $1.280, que se cobra desde el sábado, según un informe reciente de la UBA y el Conicet. Con esta cifra, la provincia se ubica entre las más caras del país para viajar, muy por encima del AMBA, donde el boleto base cuesta $371.
La tarifa formoseña solo es superada por ciudades como Bariloche ($1.613), Santa Fe ($1.440), Mar del Plata ($1.360), Resistencia ($1.300) y Corrientes ($1.290). En comparación con otras capitales provinciales, Formosa mantiene una de las tarifas más elevadas, dejando atrás a urbes como Paraná ($1.275), Rosario ($1.250) y Córdoba ($1.200).
Mientras tanto, en el AMBA —donde se concentra la mayor parte del sistema de transporte y de pasajeros del país— las tarifas se mantienen artificialmente bajas por efecto de los subsidios: el colectivo cuesta $371 y el tren, aún menos. Incluso el subte porteño, con un valor de $869, es más barato que el colectivo en buena parte del país.

La Asociación Argentina de Empresarios del Transporte Automotor (Aaeta) remarcó que, sin subsidios, el boleto en Buenos Aires debería costar $1.596,40, lo que la colocaría como una de las ciudades más caras para viajar. Pero esa no es la realidad que vive el interior. En provincias como Formosa, donde los subsidios nacionales llegan en menor volumen y los aportes provinciales no existen, el impacto lo siente el usuario.
La disparidad tarifaria evidencia un sistema profundamente desbalanceado, donde el federalismo brilla por su ausencia. Mientras se espera una reconfiguración del esquema de subsidios y tarifas a nivel nacional, los formoseños —como tantos otros en el norte argentino— deben afrontar pasajes que son tres veces más caros que en Buenos Aires.