El algodón, símbolo presente en el escudo provincial, atraviesa su peor crisis histórica en Formosa. Según datos oficiales, al finalizar el ciclo productivo 2024-2025 se estima una superficie total de 7.556 hectáreas implantadas con el cultivo textil, una cifra que contrasta dramáticamente con las más de 130.000 hectáreas que existían antes del año 2000.
“El algodón es un recuerdo hermoso, una provincia hermosa, pero no es una realidad que se puede tener como una posibilidad de desarrollo o de cultivo masivo“, afirmó Panfilo Ayala, referente de la Federación Agraria de la zona norte de la provincia, en diálogo con Algo está pasando.
La caída es aún más pronunciada si se analiza la asistencia estatal: apenas 2.600 hectáreas recibieron apoyo oficial durante la última campaña. “Es una vergüenza, es una burla dar esos datos“, sentenció Ayala, aunque reconoció que las cifras “muestran la realidad” de un sector en agonía.
A pesar del panorama desolador, un grupo de productores federados de la zona norte decidió el año pasado retomar el cultivo. Sembraron alrededor de 200 hectáreas como “un desafío” en tierras que hacía tiempo no se destinaban a la agricultura.
Los resultados fueron “regulares” pero alentadores: obtuvieron un promedio de 2,5 toneladas por hectárea. “La planta resistió, aunque sufrió mucho con temperaturas de 40 a 45 grados durante casi dos meses”, explicó Ayala. Este año planean volver a sembrar, utilizando incluso una máquina cosechadora de más de 40 años que aún funciona en la zona.
Sin embargo, el productor fue contundente sobre los obstáculos: “Cuesta mucho, tiene un costo muy alto la semilla, el gasoil“. La rentabilidad, agregó, “termina siendo un deseo del productor”.
El desplome del algodón forma parte de un fenómeno más amplio. Ayala advirtió que “en esta última década prácticamente ha desaparecido más del 75% de la agricultura que estaba en manos de familias de pequeños productores” distribuidos por toda la provincia.
Otro ejemplo dramático es el cultivo de banana: de las 120.000 hectáreas que había en Formosa en las décadas del 70, 80 y 90 —cuando se realizaba la Fiesta Nacional del Banano en Clorinda—, hoy apenas sobreviven unas 200 hectáreas. “Lo calificamos como una crisis terminal”, alertó.
Los productores responsabilizan a la “ausencia de políticas públicas” que protejan y sostengan los cultivos regionales. Ayala criticó programas como el PAIPPA, al que calificó como “un modelo de achique, de destrucción, de abandono”, que redujo las parcelas a “3 o 6 hectáreas“.
“Venimos denunciando desde mediados de la década del 2000 que sin políticas que defiendan el cultivo, que protejan, que garanticen mercado, rentabilidad y protección fitosanitaria, esto iba a pasar. Nos decían que éramos apocalípticos. El tiempo, desgraciadamente, demostró que teníamos razón”, recordó.
Recientemente, la Federación Agraria formalizó un pedido de audiencia ante la Subsecretaría de Economía Regional del Ministerio de Agricultura de la Nación. Su objetivo: plantear la necesidad de “una política diferenciada” para el interior productivo.
“No podemos estar en la bolsa donde están todos. Garantizamos la ruralidad y necesitamos que se mire al pequeño productor“, reclamó Ayala, quien insistió en la necesidad de “una ayuda extraordinaria” y “subsidios” para reactivar el sector.


