La Unión Cívica Radical enfrenta una de sus crisis internas más profundas en el Senado, y el nombre que divide aguas es el de Luis Naidenoff. El exsenador formoseño y actual prosecretario del bloque radical era la carta cantada para ocupar uno de los sillones vacantes en la Auditoría General de la Nación (AGN).
El acuerdo parecía sellado tras una votación interna del partido. Sin embargo, la súbita irrupción del chaqueño Víctor Zimmermann como candidato alternativo desató una batalla que puede terminar por quebrar definitivamente al centenario partido.
“Si hay sesión, fuimos”, confiesan desde un despacho radical que sigue de cerca la disputa. La frase resume el clima de tensión que se vive en el bloque que conduce el correntino Eduardo Vischi, en momentos en que la incertidumbre sobre una eventual sesión antes de diciembre mantiene en vilo a todos los sectores.

Naidenoff parecía tener el camino allanado. Con años de experiencia legislativa y un conocimiento profundo del funcionamiento del Senado, su postulación había sido respaldada internamente por la UCR como parte de la estrategia para ocupar uno de los tres lugares que corresponden a la Cámara alta en la AGN.
El organismo, encargado del control externo sobre los gastos del Estado, lleva meses funcionando con vacantes tras el vencimiento de los mandatos tanto en Diputados como en el Senado. La gildista Graciela De La Rosa ocupó ese lugar por 8 años.
Pero la política argentina tiene sus vueltas. Zimmermann, quien termina su mandato como senador en diciembre, apareció como opción de último momento con un apoyo inesperado: el del propio Vischi, quien cambió abruptamente de postura. Este giro generó el rechazo inmediato de figuras como la santafesina Carolina Losada, que puso “el grito en el cielo” ante lo que considera una traición al acuerdo previo.
El cambio de Vischi no es casual. El correntino pasó de ser un aliado fiel del Ejecutivo a enemigo declarado tras la decisión de La Libertad Avanza de presentar candidato propio en la elección a gobernador de su provincia, donde los violetas quedaron en un frustrante cuarto lugar a pesar de haber obtenido un segundo puesto en los comicios nacionales de octubre.

Paradójicamente, la interna radical se convierte en una ganancia sin esfuerzo para el Gobierno nacional y, en particular, para Patricia Bullrich, quien se perfila como la futura jefa libertaria en el Senado. La ministra de Seguridad, entronizada por Javier y Karina Milei como única interlocutora del Senado con el Ejecutivo, ya viene trabajando con la meta de reunir entre 38 y 40 legisladores del oficialismo y aliados. Para el quorum se necesitan 37.
La fragmentación de la UCR facilita estos cálculos. Mientras Naidenoff y Zimmermann se enfrentan por una butaca, el Gobierno avanza en sus propios acuerdos con distintos sectores, incluido el kirchnerismo, para garantizar gobernabilidad en 2025.
El kirchnerismo, por su parte, busca imponer su propia agenda. El interbloque que lidera el formoseño José Mayans había logrado tejer un acuerdo inicial con la UCR para llevarse dos lugares en la AGN contra uno para los radicales. La Casa Rosada, en amplia minoría, aspiraba a otro reparto: uno para el peronismo, otro para radicales y un tercero para el oficialismo o el PRO.
Mientras tanto, tanto Mayans como el experimentado peronista disidente Juan Carlos Romero presentaron proyectos alternativos para reformar la AGN, reduciendo los mandatos de ocho a cuatro años con posibilidad de reelección, en línea con los períodos gubernamentales y las renovaciones parlamentarias.
El símbolo de una fractura mayor
Más allá de los nombres propios, la pelea entre Naidenoff y Zimmermann representa algo mayor: la incapacidad del radicalismo para sostener acuerdos internos en un contexto político adverso. El partido que supo ser columna vertebral del sistema político argentino ahora se debate entre lealtades personales, rencores provinciales y cálculos electorales que ponen en riesgo su cohesión
Por ahora, el Senado sigue en compás de espera. Si abre el recinto antes de diciembre para tratar los DNU, la Defensoría del Niño y las butacas de la AGN, el radicalismo deberá mostrar sus cartas. Y en ese juego, el nombre de Luis Naidenoff es el que más fichas tiene en riesgo.

